viernes, 6 de febrero de 2009

Sin...

Me quedé sin disckman

Me quedé sin Merca

Me quedé sin mi paz


Conflictuado y aburrido ya no concurrí más al gimnasio. La rutina de maquinas con sus nombres en jeroglíficos, los acechantes ojos de los onanistas megalómanos y las deprimentes directivas de Febien asfixiaron mi ego.

La última vez que concurrí la prensa militar se quebró y me dañé un tendón. A unos cuantos pasos Fido contenía una risa y no pude evitar pensar en un desperfecto provocado a propósito.

Ayer lo vi a Pablo Honey. Más taciturno que nunca intercambio pocas palabras conmigo y me aconsejo que volviera a viajar. Le dije que eso ya era imposible:

-La señora que limpia por la tarde me mira de reojo, el boletero del subte enfatiza sus gestos al entregarme el boleto, Tito el almacenero me da vuelto de más…

-y entonces…-dijo Pablo Honey como en una exhalación meditabunda

-… vos lo sabias?

Asintió

-Lo de la mafia? Si… acordate de Shedona Hushyis…

Verdad! En alguna de nuestras salidas en el tiempo de M.D.D. ( mientras duro el disckman), el me había contado algo de una tal Shedona Husyis, pero yo no recordaba exactamente que de importante debía de tener esa chica para mi.

-Ella tenía muchos contactos. Y estaba al tanto de la mafia de los…. mejor no nombrarlos… pero es la misma que te sigue a vos…

-Seguro? –pregunte aterido de miedo

-Veamos… últimamente viste algún animal muerto cerca de tu casa o perdiste algún animal...?

Un flujo de saliva espeso y lento atravesó mi garganta mientras mi cabeza se inclinaba dos veces para aseverar los dichos de Pablo Honey…


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