martes, 3 de febrero de 2009

Les prostituées ne sont pas ici


Ya os he dicho que no entiendo ni jota del francés ni del alemán, de modo que me molestaba sobremanera cuando mi chica se reía al entrar al bar Les prostituées ne sont pas ici. Nunca quiso decirme cuál era el motivo de su jaleo pero yo siempre supuse que un sentido oculto se hallaba detrás de ese mejunje que es el francés y su pacatería de circo.

Puesto que iniciando mí viaje espiritual no solo me distancie de mis pagos sino también de ella, me he quedado con la duda. Por eso, ayer por la noche me dirigí al antro de Cabrera 4393 dispuesto a saciar mi sed de saber. Solo la de saber…

Es cierto que bebí… ya sé que no debería hacerlo puesto que ahora soy un asceta pero fue solo como táctica para ganar la confianza del mozo. De modo que esta vez me contuve de saborear ese rico apple absinta, solo bebí un par de Long Island Iced Tea.

-Y dime tío, ¿de que la va el nombre de este antro?

-Por noche atiendo 200 personas, sirvo tragos, y cambio… cosas de diversa índole con los clientes y las chicas… pero sos el primer zanguango al que se le ocurre preguntar eso! NO podes venir a tomar, bailar y divertirte como los demás? Que carajo importa el nombre que tiene! Además ni lo sé.

Om

Om

Om

Ganas de reventarle todo lo que se llama cara a ese tío no me faltaban, pero como estaba decidido a conocer el trasfondo de todo eso, recite mi mantra y encaré a otro mozo.

Primero me miro como si fuera afeminado, luego, cruzándose de brazos, por sobre su pecho inflado gracias a grandes dosis de PAPAS me dijo que desconocía el origen del nombre del bar…

-Yo no sé de esas cosas (por el acento parecía un indio analfabeto –mis respetos a la comunidad Wichi: sayonara… o whatever…-)

Desorientado y triste tuve ganas de machacarme con dos buenos vasos puros de Absinta, pero por suerte vislumbre a un anciano trajeado, sentado en el piso superior. La presencia senil en ese antro solo podía indicar dos cosas: o era un viejo verde esperando a su “golosina” o era el dueño…

A pocos pasos del anciano dos moles de músculos, grandes consumidores de PAPA también, me cerraron el paso. El abuelo me observo y con un gesto de su mirada supo apartarlos y marcar el camino de este humilde servidor.

No repetiré la cháchara ya antes citada. Lo cierto es que en un rapto de astucia decidí platicarle de temas de diversa índole, dándole a entender que era un empresario. Al final de la conversación me quedé con la sensación de que Monsieur Etienne me creyó un traficante de blanca…

De verdad que no recuerdo bien… puesto que olvidándome de mi calidad de asceta bebí sin control, llevando adelante una charla desinteresada y teatral en donde dije cualquier cosa.

Pero lo bueno es que llegué al punto deseado y lo que recuerdo de eso es lo siguiente:

- Oui… je… compré este bar un 1930 pero no fui Je quien le dio ese nom…
Un poco en francés y otro poco en un muy mal español pasó a contarme que el dueño original fue su tío y que este recinto llevaba por nombre algo así como De Tout.

La calle Cabrera de ese entonces estaba colmada de bares, fondas y pulperías de todo tipo cuyos escaparates ostentaban diferentes mercancías… Pero la más común eran las rameras. Dato que al señor Yves Oudalle, tal era el nombre de su tío, desconocía…

Y así sucedió que día tras día tanto las inspecciones legales como ilegales de policías le cerraban el local y no le dejaban trabajar aduciendo que allí se celebraban infernales bacanales… ménage à trois y muchas otras cosas…

Lo cierto es que en los demás bares de la calle Cabrera se practicaban las mismas… y hasta peores cosas (yum yum) (recuérdalo eres un asceta… OM OM OM)

Pero el problema es que los policías querían que Yves, al igual que todos los demás mesoneros, pagara el “impuesto”. Y él, además… pobre… sufría de lo mismo que su sobrino: no entendía ni jota el español.

Pero la policía continuó importunando al viejo francés.

Una y otra vez

La madre de divertido debe haber sido eso

Y el bar permanecía inhabilitado

JAJA

Hasta que un día, Etienne fue testigo ocular de aquel acto en que el bar obtuvo su nombre…

De alguna forma le había contado a su vecino Don Romualdo el problema que padecía y este pensando un poco comprendió el trasfondo del asunto y en un mal francés logro explicarle la raíz del problema. Sin embargo Yves no comprendía que la culpa no era suya, que de cualquier manera, tuviera rameras o no el bar debía pagar ese “impuesto”.

Pero…

La sin razón y las confusiones idiomáticas pudieron más… y es así que a media tarde Yves desapareció. Nadie lo encontraba. Hasta que Sidonie, la madre de Etienne, apareció en el umbral del living y les dijo alarmada a todos los demás: Monsieur Yves est monté sur le toit et refuse catégoriquement de descendre.

Todos corrieron alarmados a la ventana del estudio y pudieron ver y oír como el triste francés gritaba desconsoladamente a viva voz: Les prostituées ne sont pas ici!!! Les prostituées ne sont pas ici !!! (las prostitutas no están aquí !!! las prostitutas no están aquí !!!)

Tal fue el escándalo que los medios de la época recogieron el evento y al conocerse las razones por las cuales un franchute irascible espetaba eso desde su tejado la policía decidió dejar de molestar al pobre Yves

Pero…

La superstición e ignorancia de Yves pudo más y pensando que aquel grito de batalla lo había salvado decidió nombrar al bar de esa forma… como una especie de amuleto…



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