La paz habita en mi; ser su morada me produce regocijo y alegra a mis allegados pero algo desde hace días algo se agita en mi y turba mis pensamientos.
La eternidad se desvanece de mis manos y comienzo a sentir los peligros de la sinceridad y la meditación.
Me he topado con gente orgullosa, necia y desalmada y pretendiendo compartir momentos de algarabía solo he logrado introducirme en una senda peligrosa y claustrofóbica.
El modo en que llevé adelante mis averiguaciones en el bar Les prostituées ne sont pas ici ha tenido efectos secundarios, y nunca deseados, que prometen acortar mi existencia.
Y es ahí donde dejo de ser morada de la paz y solo el miedo promete henchirme.
Pablo Honey ha desaparecido. Al regreso de mi viaje espiritual tuvimos un fugaz encuentro y solo platicamos unas pocas palabras. A modo de profecía me advirtió de confiar ciegamente en los demás y dijo que no nos íbamos a ver por un tiempo.
-Tengo que estudiar- me espetó con el ánimo cansino y sus anteojos de San Telmo
¿Me habrá mentido?
Mis únicas compañías son mis mascotas: Merca y Frula.
Pero de nada me sirven. Merca, un caniche toy, se la pasa todo el día recostado y solo se me acerca cuando tiene hambre. Ayer se puso muy alterado cuando recibí la llamada…
En tanto que Frula se refriega todo el día contra mis piernas… o contra cualquier cosa dura que encuentre por ahí…
La llamada…
Estaba meditando apaciblemente… teniendo una charla nirvanesca con Buda cuando el ring-ring de mi anticuado teléfono rajó con su alarido mi apacible OM de río manso del amazonas.
La quietud y la paz aún se guarecían en mi y mi mente en blanco, mi no ser, nada malo auguraban en ese mundo tan lindo pletórico de alegría y almidonado.
Del otro lado del teléfono una voz diáfana y oscura espetó: où est-elle, la drogue que tu as promise ?
Reconocí el francés pero obviamente no su significado, aunque la palabra drogue me resultaba extrañamente familiar…
A continuación la vos se puso más agresiva y comenzó a gritar con vehemencia. Merca y Frula parecieron sentir las malas vibraciones y corrían alocadamente por la habitación persiguiéndose y perturbando a los vecinos con sus ladridos y maullidos.
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