viernes, 16 de enero de 2009

"PAPA"


Fabián, o Febien, como le dicen las pasas de uva del gimnasio, además de ser el dueño del mismo y una mole de músculos grises como una montaña de rocas es otro tipo simpático. (Je, de seguro ya se lo esperaban)

Casi no habla con los novatos y mis habilidades “periodísticas” no sirven con él, es que entabla sus relaciones solo en base al volumen de músculos que tengas: el tiempo que hayas pasado en su gimnasio, ergo, la cantidad de pasta que le hayas brindado mensualmente.

He dilucidado varias etapas en las que avanza la relación con el dueño de Rude Boys. Yo me encuentro en la primera: nos saludamos con un apretón de manos bien macho y solo se dirige a mí para darme la rutina. Hay excepciones, claro: como cuando elije burlarse de mi sólido estado físico. Entonces es cuando larga esa risa de anciana del pami.

“Aji ji ji jiiii”
Él… Febien… “la mole”…
Yo la ocultaría.

El dueño de un gimnasio debería reírse con más peso, emitiendo un sonido cavernoso y aterrador, demostrando que está en la cima ¿me entiendes?

No reírse como un abrelatas eléctrico: “Aji ji ji jiiii”

¡Santo Dios!

Sobre un estante detrás del mostrador hay una exhibición de grandes potes blancos, como tarros de pintura: vitaminas, “papas” le dicen en la jerga gimnastica. Estoy seguro que Fabián toma unas cuantas de ellas diariamente. No hay otra manera de que conserve su estado de mole, nunca lo veo hacer ejercicio.

Además, si se lo mira bien, parece un pollo de rotisería, y eso solo lo logras con “Papa”. “PAPA”!!!

Pues bien, lo que quería decir es: todos sabemos del mito de que esas vitaminas, hormonas, etc., o como coño quieras llamarlas, te achican tus… digamos… dejan más lugar en el pantalón…

Eureka! De seguro su risa sufre los efectos de eso… su sonrisa lo delata.
Por otro lado ¿habéis visto alguna vez el tamaño de esas pastillas? Solo alguien con dudosas inclinaciones sexuales puede ingerirlas.

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